La psicomotricidad nació de la educación especial, unida a la
terapia como técnica de recuperación psicomotriz. La psicomotricidad considera
la actividad motora de las personas desde un punto de vista psicológico. Se trata
de una técnica lúdica y recreativa, que pretende aplicar al estudio del
movimiento los conocimientos psicológicos. Por ejemplo, M. Montesori empezó a
aplicar su metodología sobre estas bases: tomo un material para discapacitados psíquicos
y se percato de que el niño captaba mejor los conceptos de “ancho” y “grueso”
mediante la manipulación. Es la que J. Piaget llama la etapa sensoriomotriz.
Posteriormente el concepto se traslado a la escuela normal y
se definía como la relación entre la mente y el movimiento. La psicomotricidad
no consiste en trabajar por trabajar, sino en hacerlo para conseguir unos
beneficios motrices desde el plano psíquico.
Su importancia se vio favorecida porque por aquel entonces la
educación física no convenía dado que no parecía capaz de conseguir unos
objetivos educativos claros, y muchos colectivos decidieron sustituirla por la
psicomotricidad que llego a alcanzar un gran auge y consideración.
A pesar de que la psicomotricidad es, incluso, contraria a la
educación física, su paso por las escuelas sirvió de acicate y punto de partida
para la creación de una educación física renovada, tanto en sus métodos como
sus objetivos. La educación física recogió estos principios sin renegar de su
propio corpus ni negar su propia importancia, ya que una de las palabras que
componen su nombre es precisamente “educación”, en su sentido mas profundo y
global.